lunes

Para visualizar con Piano Bar de Charly G.



Un lago calmo, oscuro y misterioso. Un hombre rema en un bote, calmo, oscuro y misterioso.
La noche, iluminada solo por un pequeño farol, su estrella en el bote,
lo mece en su cuna de mar.
"No mires atrás" había escuchado una vez en algún lugar, que más da? Dio un largo suspiro y miró por última vez aquello que había sido el mundo.
La gran ciudad y sus luces deslumbrantes y preciosas le decían adiós y se escondían bajo el horizonte.
Fue entonces cuando todo se puso más oscuro aún y las olas le golpearon la cara mientras el viento se burlaba silbándole cosas horribles al oído. Estaba perdiendo el control hasta que de golpe
el barco se detuvo
y cayó al vacío.
El infinito lo abrazaba dulcemente y era fin.
Era el fin?
En el vacío se dibujó nuevamente el agua calma, oscura y misteriosa. Y nuevamente el hombre se dispuso a remar. Del fondo del lago amanecieron otros barcos gemelos del suyo
iluminados por un farolito
vacíos.
"No mires atrás" le habían dicho, "continúa remando, no importa lo que pase". Pero una vez más, no podía evitar distraerse y solazar con los barcos sin tripulante que le iban abriendo un camino a medida que el avanzaba.
Nuevamente, todo se oscureció pero esta vez entró en un túnel
angosto y sinuoso
sombrío.
La última curva lo arrimó a una orilla
malditos los ojos que retrataron ese tétrico paisaje.
En el medio de la isla, se alzaba un volcán que peinaba sus curvas con lava burbujeante. Una mano dura lo tomo del cuello y le gritó algo que no pudo entender. Su rostro era aún mas duro que sus manos, casi como la máscara del Dios Maya de la Muerte.
Encadenados y desnudos, formaron una fila y cruzaron el puente que llevaba al interior del volcán. Casi como un palacio, el volcán los avasallaba con su belleza y sus joyas. Rápidamente, lo pusieron en un vagón que avanzaba lentamente hacia arriba.
El primer limbo lo saludo, al igual que el segundo y el tercero...
hasta que llegó a una puerta enorme y preciosa.
Se abrió para él en una reverencia y justo cuando creyó que iba a entrar en el Paraíso cayó cual montaña rusa hasta un subsuelo donde viejos hombres remaban sacando lava por la cima del volcán.
La eternidad le tomaba la mano y llevaba a un lugar de donde nunca más
podría escapar.

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